Merino, José María
TEXTO 1:
El último proyecto en el que he trabajado ha sido la recopilación de leyendas subsistentes en los lugares de tránsito y viaje, aeroestaciones, espaciopuertos, rutas… El viaje, por su incidencia en la percepción del tiempo, ha predispuesto siempre al ser humano a una relación peculiar con el espacio. Los especialistas conocemos muchísimas ficciones, casi arquetípicas, que en el pasado fueron elaboradas teniendo el viaje como tema central. Yo quise investigar lo que pudiese estar vigente en este tipo de historias y he ido recopilando bastantes: relatos que atribuyen a despoblados desnudos y desérticos un pasado de edificios y monumentos majestuosos o de maravillosos vergeles; la leyenda sobre ese viajero perdido y amnésico que recorre, errante e inmortal, las rutas del espacio; la leyenda sobre la nave fantasma cuyo avistamiento resulta funesto; esa otra muy divulgada sobre el satélite del tesoro (209-210).
TEXTO 2:
Tierra había llegado, hacía poco más de cien años, a su peor momento biológico: el oxígeno de la atmósfera se había enrarecido, en los mares, sólo algunos espacios conservaban la vida suficiente para asegurar cierta cantidad de cultivos piscícolas, las grandes selvas se habían convertido en espacios de vegetación rala, el agua de todos los ríos del mundo se recogía desde sus fuentes mediante complicados sistemas tubulares, los mares habían subido de nivel haciendo desaparecer todas las playas, y se podía decir que los parajes diversos que la memoria humana guardaba mediante los paisajes pintados en los museos, las fotografías y otros antiguos sistemas de reproducción química y electrónica, habían desaparecido […] Ahora, casi todos los lugares del mundo presentaban una perspectiva uniforme de tierras y montañas ocres y peladas, un aspecto desértico, y los espacios de verdor, dedicados a la producción de alimentos, estaban cubiertos de grandes bóvedas. Solamente en unos cuantos espacios muy escogidos y dispersos, se habían ido conservando los residuos del antiguo esplendor biológico. ( 104-105).
TEXTO 3:
[Los campos de viejos] se componían de diversos espacios para el ejercicio físico, jardines, salas terapéuticas, de oración, de juegos, de telepared, comedores, dormitorios con sus espacios higiénicos anexos: un conglomerado de edificaciones oblongas, sucesivas, con apariencia de orden rígido. (30).
TEXTO 4:
[...] no podía comprender que el agua hubiese corrido alguna vez fuera de los tubos, le parecía una imagen propia de ese mundo salvaje, inhumano, en el que la naturaleza accesible aún no había sido domesticada.” (72).
TEXTO 5:
Es una de las pocas [playas] que se salvaron cuando la Gran Marea anegó todas las costas […] A unos quinientos metros de la orilla se alza el muro, una construcción de treinta metros de altura, cuyo espesor y solidez quedan disimulados por una transparencia que deja ver el nivel más alto del agua exterior, su azul rotundo, oscuro, salpicado por los infinitos cuerpecillos multicolores de las medusas, contrastando con el azul celeste de las aguas interiores, donde esos molestos celentéreos que infectan todos los mares del mundo no pueden entrar (Las puertas... 87).
TEXTO 6:
Hace mucho tiempo que nuestros antecesores compraron el invento capaz de provocar en todos los cerebros la unánime percepción de esa imagen mental. Somos los únicos poseedores de esa técnica, y acordamos secretamente hacer uso de ella. (93).