Jiménez Lozano, José
TEXTO 1:
Y el mismo Buonaroti, a quien trastornó el seso con la idea de la muerte y el último Juicio y que desde entonces perdió el gusto de la vida para siempre y sólo sabía reposarse en el rellano de la escalera de su casa en cuya pared había pintado un espantoso esqueleto sonriente de triunfo, que llevaba bajo el brazo un ataúd y en él, como decía la leyenda que había puesto, toda la esperanza: “in questa casa oscura é il vostro lato. (68).
TEXTO 2:
Y allí volvían de nuevo a aliviar su reuma o sus funciones renales, o quizá sólo en busca de un plácido verano, pero sobre todo a comprobar que todo seguía siendo sólido en el mundo. (103).