Jiménez Lozano, José
TEXTO 1:
El hombre, sin embargo, muestra una obstinada nostalgia muy profunda por los viejos hábitats urbanos con calles serpenteantes y algo oscuras, y con casas de fachadas desconchadas o empalidecidas; experimenta una súbita alegría con el rastro y la huella de la historia o el mero mordisco del tiempo sobre la ciudad, peregrina de vez en cuando a esos viejos, esplendorosos hábitats urbanos que todavía se conservan, y, cuando posee una vivienda luminosa y de escueta geometría, la llena, en seguida, de muebles y cachivaches que compiten en abundancia y en valor material con los que había en el interior burgués de fin de siglo. Y, junto a los muebles funcionales –incómodos con frecuencia como el sillón de Rietveld– encontramos siempre un viejo mueble que ofrece comodidad o prestancia social, y, en cualquier caso, ensancha el tiempo hacia atrás: sostiene la memoria de lo humano de algún modo. (12).
TEXTO 2:
¿Qué ha podido ocurrir, en efecto, para que el paisaje más admirable sobre el que se levanta una edificación moderna, perfectamente planificada incluso, deje de ser un paisaje y se convierta, en el mejor de los casos, en decoración versallesca o ámbito utilitario de descanso? (90).