Espacios narrativos CYL

Lugares literarios de Castilla y León

El lugar sin culpa

  • Año:
  • Espacio real:
  • Espacio imaginario: La isla

  • Autor

  • Textos representativos

    TEXTO 1:

    Una isla diminuta perdida en el mar, un enorme peñasco reseco […] El mejor cobijo para quien no busca sino el aislamiento, la desmemoria, un silencio que cubre hasta los mínimos rumores de la conciencia […] para vivir cada día con el seguro automatismo intuitivo de las lagartijas, con su misma vivacidad inconsciente. (11).

    TEXTO 2:

    [...] la isla anunciada como la Tierra Prometida en una fotografía aérea es un destino imposible, una ficción, una novela, un consuelo de la imaginación. (166).

    TEXTO 3:

    [...] amontonaban a los muertos aquí, para controlar la pestilencia, eran tantos que ya no había ni donde enterrarlos, en un sitio tan rocoso además como éste. Los metieron aquí y adiós, ahí os las arregléis, la historia del mundo es sobre todo despiadada. (25).

    TEXTO 4:

    […] los humanos somos mucho más sanguinarios y crueles que las lagartijas, porque estamos acosados por la inclemencia de sentirnos tiempo, algo que se extingue enseguida.De la rabia de saberse tiempo sale toda la furia, el odio es tiempo, el hambre es tiempo, el ser humano concibe el infinito en forma de tiempo que transcurre sin concluir, como el infierno para nosotros es tiempo, tiempo de sufrimiento que no se agota, somos incapaces de imaginarnos fuera del tiempo, las pasiones son tiempo, de puro tiempo están hechas tanto la esperanza como la desesperación, la avaricia, la crueldad. (25).

    TEXTO 5:

    La doctora vuelve a considerar la paradójica cohesión de esta comunidad casual, creada por el puro albur administrati- vo, donde es fácil que cada uno pueda guardar sus propios secretos, porque nadie conoce a los demás desde hace dema- siado tiempo. Esta es una comunidad sin memoria ni experien- cias comunes, por eso sin sufrimiento ni frustración históricos, donde se vive cada jornada una soledad llena, armoniosa, en- tre el aroma del mar y el matorral. Es una especie de paraíso, la meta de la propia redención. Una comunidad de seres des- arraigados, que disfrutan de una libertad plácida (53).

    TEXTO 6:

    Una fotografía en una pared le facilitó la primera imagen de la isla real, y otra similar, imaginaria, fue emergiendo en el mar de su conciencia, como un espacio de refugio, de pérdida reparadora. La isla fue su objetivo desde entonces. (85).

    TEXTO 7:

    Una isla diminuta perdida en el mar [...] El mejor cobijo para quien no busca sino el aislamiento, la desmemoria, un silencio que cubre hasta los mínimos rumores de la conciencia... (11).

    TEXTO 8:

    El despojo somos nosotros, nosotros estamos llenos de ruinas interiores y además del dolor de percibirlas [...] y cuando nosotros desaparezcamos la isla seguirá tan campan- te, otros la soñarán, imaginarán que están en ella, vendrán a ella para encontrar ese arquetipo de la naturaleza, que no puede conocer la angustia, ni la nostalgia, ni ninguna forma de desasosiego. (42).

    TEXTO 9:

    Estaba sumergida en un fluido entre matorrales y arboledas, peñascos y acantilados [...] y esa inmersión la salvaba de todas las posibles agresiones, le permitía apropiarse de la fortaleza de la isla, le concedía su firmeza, inasequible impasibilidad. (29).

    TEXTO 10:

    pero conforme aquel territorio fue filtrándose en su imaginación, quiso pensar que en las lagartijas había una llamada de la propia isla, que la reclamaba a través de ellas, hazte como nosotras, ven con nosotras, ven con nosotras, entra en este espacio que solo tiene pequeñas memorias de lo concreto, de lo reciente, abandona ese destino en el que se entrelazan tantas desazones, esa tortura del sentir humano, elige algo de aquí, ser pino, acebuche [...] hazte peñasco, cristálizate, las peñas no viven pero existen y existirán [...], hazte lagartija, disfruta también del sol sin saber lo que es, mueve tu cuerpo sin saber que es un cuerpo ni que te pertenece (10).

    TEXTO 11:

    Esta es una comunidad sin memoria ni experiencias comunes, por eso sin sufrimiento ni frustración históricos, donde se vive cada jornada una soledad llena, armoniosa, entre el aroma del mar y el matorral. (53).

    TEXTO 12:

    ... los humanos somos mucho más sanguinarios y crueles que las lagartijas, porque estamos acosados por la inclemencia de sentirnos tiempo, algo que se extingue enseguida.
    De la rabia de saberse tiempo sale toda la furia, el odio es tiempo, el hambre es tiempo, el ser humano concibe el infini- to en forma de tiempo que transcurre sin concluir... (25).

    TEXTO 13:

    Si no fuese por la cercanía tan dolorosa, por lo insoslayable de la herida, que no la dejaba serenarse, podría aceptar que a ella, por el mero entramado familiar, le había tocado formar un puente penoso entre dos desafectos aguzados por las circunstancias del tiempo, el de una mujer anciana amargada en el territorio del deterioro físico y mental y el de una muchacha en la que todavía no había acabado de fermentar el desasosiego rabioso que puede traer la adolescencia. Sin embargo, se negaba a encajarse como gozne de aquellos dos batientes, a ser un mero instrumento mecánico obligado a soportar, por un azar biológico y social, dos actitudes tan adversas hacia ella (19).

    TEXTO 14:

    ...la historia del mundo es sobre todo despiadada, [...] La gente era como ha sido siempre la gente, la condición inteligente, el progreso material, no llevan consigo el progreso moral, cada generación humana está preparada para causar el mismo horror que cualquier otra de sus antecesoras, desde el origen mismo de la especie, piensa la doctora, los humanos somos mucho más sanguinarios y crueles que las lagartijas, porque estamos acosados por la inclemencia de sentirnos tiempo, algo que se extingue enseguida (25).

    TEXTO 15:

    La doctora Gracia recuperaba la consistencia de imágenes urbanas muy parecidas a las que habían sido familiares para ella, rodeándola durante toda su vida, y de las que llevaba separada tantos meses. Los grandes muros acristalados, las galerías, las superficies de tejados y terrazas, las sombras de los toldos, la copa de algún árbol, postes y señales de circulación, torres de iglesias, el movimiento atisbado de los vehículos en los súbitos brillos de las carrocerías y los parabrisas. Ahí estaba el cuerpo de la ciudad como una gran materia artificial y sin embargo palpitante (107).

    TEXTO 16:

    Subió la escalera que llevaba del sótano al vestíbulo en la asunción de un acto simbólico y, tras firmar un formulario que le entregó el Guardián de los Muertos solemnemente, salió a la calle recibiendo la visión de las casas, de las gentes, del tráfico, como territorios de vida y plenitud, con una disposición opuesta a la que tenía antes de entrar en el depósito  (113).

    TEXTO 17:

    La isla anunciada como la Tierra Prometida en una fotografía aérea es un destino imposible, una ficción, una novela, un consuelo de la imaginación. (166).

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